«Hoy no hay más que llanto ahogado,
se funden la alegría y la risa,
como se funde el acero de espada.
No estás en el aire aunque lo aspire,
no estás en el fuego aunque me queme,
tampoco en el agua y de sed muero.
Quizás te halle en la tierra,
en la arena de una playa virgen,
en la sal que el mar deja en las rocas.
¿Qué dolor cruel es este que me agita?
¡Qué tormento hallar tan sólo
soledades de plomo!
Cuán efímeros fueron ayer tus besos,
y que agonía hoy porque no estás,
y porque no estás, no tengo nada.
Descomunal abismo al que me asomo,
cuando tan sólo una palabra me basta…»
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