La libertad provisional en versos

Costumbres

Nos acostumbramos a olvidarnos,

nos olvidamos de tocarnos.

Nos conformamos a los besos escondidos

y a esconder lo espontáneo.

Me resigné a escucharte siempre

y tu, a perderme cada día.

Se encallaron los deseos

y se enquistaron los sueños.

Nos engulló la mortal rutina,

y dejamos de ser libres

para adueñarnos de la nada.

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Un pedazo de mar

El paso de la nada

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Es el último día del comienzo de todo,

vagando por desiertos de asfalto,

pasa la noche fría con su dolor.

Escribe abriendo la botella del olvido

y bebe despacio porque ya no hay más.

Recostado en su eternidad blanca,

sueña despierto escuchando violines,

que lejanos, asemejan su alma.

Vuela más allá de su realidad palpable,

pero sus pies cansados pesan,

y sus bolsillos tan llenos de nada,

le devuelven a su duro banco,

a su botella vacía,

a su canción infinita…

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