Tintero de sueños

Pasión fugaz

Tintinean las velas de tu cuarto cuando entro,
se reflejan las llamas diminutas en tus ojos,
siento el calor de mil hogueras en mi piel.
Tu sombra dibuja la figura de tu cuerpo en la pared.
Tu boca entreabierta me deshace,
las prisas me harían torpe.
Me deslizo en la penumbra
y araño las sábanas a cuatro patas hasta encontrarte.
Estás hecha de pecados y banalidades,
yo de deseos ancestrales y remordimientos.
Me tiemblan las pupilas al rozarte,
estoy sobre ti y en todas partes.
Te miro fugazmente y cierro los ojos,
rezumas pasión a borbotones
se me encojen las entrañas al sentirte.
Como un fogonazo de pólvora,
te adentras en las tinieblas de mi mundo,
transformas mi cuerpo en una de tus posesiones,
mientras yo sucumbo a tus manos
y a todo lo que de mi haces.
Seguiré hasta que muera contigo
y se extinga la última ola de tus mareas.
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Un pedazo de mar

Me sumerjo…

De «Un Pedazo de Mar»:

«Me sumerjo en la luz de esta habitación

donde consumidas las velas yacen,
y el agua torna gris.

He visto como vuelve la noche,
como se acerca a mí la luna,
a mi ventana sucia cuando la abro,
a mi triste angustia solitaria,
a mi fugaz agonía de este suelo,
con quien comparto un reflejo.

Mi cama deshecha por la apatía
me llama a cada instante,
sábanas blancas y arrugadas
que no me dan consuelo alguno
y desgastan mi helada piel
al roce de sus espinas,
a la esencia ya aspirada.

Dejé la razón si la tuve,
en el fondo de esos vasos.

Cierro los ojos muy fuerte
y vuelve a mí como antes,
estúpida idea que se esfumará mañana
cuando abra de nuevo los ojos
y todo siga igual,
y la cama sin hacer,
y los vasos sigan vacíos,
y la ventana sucia,
y tú sigas sin estar ahí,
donde estabas antes, incluso de mí,
como guardián de mis sueños,
como ángel enviado a mis suspiros,
a mi mundo tan falto de alas,
tan falto de risas…»

 

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